HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN

«La Coquette era un garito cochambroso de cierta categoría. Ponían música a bajo volumen, para que los comensales pudieran conversar. Era un sitio en el que normalmente quedaban parejas para cenar. Había tres cuando entramos, más jóvenes que nosotros.

El antro tenía diez mesas de madera. Sobre cada una de ellas había una montaña de cera y aceite sintéticos. El camarero nos acomodó en una de ellas, la más alejada, en el rincón y prendió la mecha. El olor era suave, algo dulzón, agradable, pero sin exagerar. Pedí dos birras y un par de raciones de potakíe, una mezcla de textura parecida al membrillo, pero más sólida. Allí no había otra cosa. En todo Extramuros no había otra cosa. Era la comida nacional. Una masa hecha a base de materias sintéticas, pero que llevaba proteínas, hidratos, sales y azúcares, lo suficiente para estar alimentado».

 

AVANCE DEL CONTENIDO EXTRAS

La mecanografía era el futuro, decía mi vieja. Escribo directamente en el ordenador.

Cuando acabo lo dejó reposar un mes, hay que cogerle distancia. Luego corrijo.

Voy de tirón, sin corregir. Todo lo tengo en la cabeza.

Cuando empiezo no puedo parar, por si se me olvida. Es una esclavitud.


CAPÍTULO Y CONTENIDO EXTRA ÍNTEGROS EN LA APP BLACK & NOIR

 
 
ImagoSM