HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN
«Salí de casa temprano. Sorprendentemente había dejado de llover. Eché un buen rato en llegar a las puertas del cementerio caminando a buen paso, viendo todo tipo de calamidades, esquivándolas, como si en vez de pasear estuviera participando en una yincana apocalíptica. Walter era el guarda de la puerta oeste. Los que se habían criado tras el holocausto no eran altos, debido a las carencias alimenticias. Los viejos éramos los más altos de Extramuros. Cuando la palmáramos dejaríamos de estropear la media estadística de altura. El nota mediría en torno al metro sesenta. Supongo que era rubio por unos mechones que le salían por debajo de la lona de la gorra que llevaba puesta. Sus ojos eran azules, fríos y amenazantes. Como todos en Extramuros, tenía una piel parecida a un mortero de hormigón que intentaba disimular con una barba rala y desigual. Debió de adivinar que no venía a leerle un poema».
AVANCE DEL CONTENIDO EXTRAS
Soy serio gastrónomo. Mi viejo cocinaba, y yo… con él.
Orígenes familiares castellano-manchegos, procedencia: Tarancón.
Exclusiva: la receta de las gachas según Paco Gómez Escribano.
Hay que tener un cierto talento.
Toma papel y lápiz (u ordenador: “la mecanografía era el futuro”, decía mi vieja).
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