HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN

«20.

Alegrarse fue la segunda sensación del Narciso al vernos llegar. La primera fue sorprenderse. Yo creo que cuando nos marchamos su despedida tenía un toque de adiós definitivo, de lástima contenida, por la camaradería que le unía al Pikachu y de incomprensión impuesta, naturalmente por nuestra determinación sin concesiones, por lo chalados que estábamos. Nos sirvió café sintético caliente y unas generosas raciones de potakíe dulce y salado. No se olvidó del güisqui, obviamente.

Los rumores del cristo que habíamos montado en la estación de Carabanchel habían llegado antes que nosotros, aunque eran rumores indeterminados. El Narciso no tuvo forma de saber si los muertos éramos nosotros o los del bando contrario (él habría apostado fuerte por nosotros, él y cualquiera), hasta que nos vio llamar a su puerta. No paró de preguntarnos mientras comíamos. Le respondimos con monosílabos entre bocado y bocado».