HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN

«19.

El túnel hasta Carabanchel era una cueva de vagabundos apestosos y maleantes en busca de pasta. La pasta de los demás. El Pikachu y yo caminamos como dos espectros recién salidos del infierno. Escuchamos voces, risas, alaridos… Y vimos miseria y desolación por todas partes. Paramos en uno de los bares clandestinos, justo el tiempo para echar un trago y para que no intentaran robarnos. Después atravesamos la zona de puticlubs, entre mujeres que se lo hacían allí mismo con el primer pintamonas que les ofrecía unos dólares, vigiladas por chulos que parecían zombis. Olía a enfermedades venéreas, apestaba a enfermedades mentales (quién fue a hablar -habría dicho aquí el metomentodo. No cabía duda: le echaba de menos. Joder, qué paranoia). El hedor asqueroso a suciedad, a fluidos humanos y a mugre echaba para atrás. Pero lo peor de todo era el ambiente, darte cuenta de lo que el género humano podía llegar a degenerar».

 

AVANCE DEL CONTENIDO EXTRAS

De gallinejas, desde Canillejas.

Gallinejas:

1. f. pl. Tripas fritas de cordero o de cabrito, y que antes procedían de otros animales, que constituyen un plato popular de Madrid.

Fuentes: Real Academia Española. ‘Dijo una voz popular’.

Gallinejas:

Las gallinejas clásicas son un producto mixto de cordero lechal compuesto por el intestino delgado y un trozo de mesenterio (el entresijo), que a su vez contiene una mollejita popularmente llamada "botón". Cada cordero cuenta con una sola gallineja, que en su interior tiene forma de espiral, pero al limpiarla se estira adoptando la apariencia de una mano con el pulgar encogido. Después, cuando se fríe, se encoge y se retuerce, volviendo a su formato original.

Fuentes: Wikipedia. ‘Dijo una voz popular’.

Receta:

Lo primero que debemos hacer es limpiarlas muy bien. Una a una quitamos las hebras y grasa no comestible que puedan tener. Las metemos en una fuente de cocina de gran tamaño y las sumergimos de agua. Las frotamos, escurrimos y volvemos a lavar hasta que el agua salga más o menos limpia. Hecho esto, las dejamos unos 30 minutos sumergidas en agua junto con medio vasito de vinagre de vino blanco. Pasado este tiempo las enjuagamos bajo el agua del grifo para quitarles el vinagre y las dejamos escurrir. Las cortamos en trozos pequeños de unos 3 cm aproximadamente, con ayuda de unas tijeras, teniendo en cuenta que estas encogen en la fritura. En algunos sitios las sirven de un tamaño mucho mayor.

 Ponemos unos 2-3 dedos de aceite de oliva en una sartén de gran tamaño, una vez caliente, echamos las gallinejas troceadas removiendo de vez en cuando con cuidado de que no nos salte. Según se van friendo podemos ver cómo sueltan su propia grasa, la cual les da el toque clave. Cuando adquieran un color tostado y veamos que están bien fritas las sacamos a un plato o fuente de cocina con papel absorbente. Se deben comer recién sacadas de la sartén, de lo contrario perderán su textura crujiente y no es lo mismo. Si las acompañamos de patatas fritas, estas deben freírse en el mismo aceite para que adquieran un sabor inigualable.

Fuentes: El Platillo Comilón. ‘Dijo una voz popular’.


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