Hablamos de Emma

«10 de abril, lunes

Abre los ojos.

“¿Dónde estoy?”

Está tumbada en una cama. Una sensación desagradable entre las piernas. Humedad. “Te has meado”, le dice una voz en su cabeza. Se remueve en la cama. Nota entonces una masa algodonosa que le cubre el pubis y le mantiene los muslos ligeramente separados, siente la presión de una goma en la cintura, unos centímetros de tela gruesa debajo de las nalgas. En algún lugar de su cabeza empieza a sonar una melodía simplona. Bebés sonrientes corretean con las piernas combadas como viejos cowboys, pies descalzos que parecen panecillos a medio cocer. “No se escapa ni una gota. Ni una. Ni una”, dice la cancioncilla. Se echa a llorar.

Después, un barullo de voces y olores que la fatigan tanto que se queda dormida».

 

AVANCE CONTENIDO EXTRA

Conservo los libros de mis primeras lecturas. Siempre van conmigo. Este es uno de ellos.

Mis padres leían mucho, mi casa estaba llena de libros y de lectura.

La lectura estaba siempre conmigo. Era una vivencia, era un goce y un placer.

De niña, así era el sábado perfecto.

···········

¿Qué leía, y cómo, estudiando en la Universidad?

¿Cómo leo a partir de que empiezo a escribir, a ser escritora?


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