Hablamos de Godot: Príncipe de Dinamarca

«3.

se prohíbe decir las verdades en voz alta

David Llorente, el escritor desconocido que tomaba café con leche en la mesa más discreta del restaurante, se levantó de su silla y se sentó en la misma mesa que el autor. Le dijo que la casualidad había querido que su autor más admirado entrara de repente en el mismo restaurante en el que él tomaba su café con leche de todos los días, y que por supuesto no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de saludarle, ya que, a juzgar por cómo berreaba el público, lo más seguro era que jamás volviera a tener una ocasión semejante.

“¿Y tú quién eres, vamos, si se puede saber?”

Y David Llorente, el escritor desconocido que bebía café con leche, le respondió que se llamaba David Llorente y que era un escritor desconocido que tomaba café con leche y que había dejado de fumar hacía unos seis años. Le dijo también que acababa de publicar su última novela y que no hacía ni una hora que había regresado de Zaragoza, adonde había viajado para asistir en calidad de autor a una feria del libro.

“Vaya. ¿Y qué tal le ha ido?”

Entonces David Llorente, el escritor desconocido que tomaba café con leche y que había dejado de fumar hacía unos seis años, le dijo que le había ido fenomenal en la feria del libro de Zaragoza, mucho mejor de lo que jamás se habría esperado. Había estado cinco días en la caseta de la editorial y no había vendido ni había firmado ningún libro. Nadie le conocía».

 

AVANCE DEL CONTENIDO EXTRA

Soy de Carabanchel, del Barrio de Carabanchel. Barrio con mayúscula porque fue, es y será algo más que el lugar físico del nacimiento, infancia… vida.

El Barrio, el lugar donde vive la vida y donde vive la muerte, es un conjunto de códigos. Escribano lo expone perfectamente en sus novelas, en Manguis especialmente. Todos nos llevamos bien, nos ayudamos, pero hay cosas que no se pueden hacer y la gente lo sabe; gente buena, trabajadora, luchadora… Y la inseguridad.

Carabanchel, mi Barrio, cuando empezó todo, o al poco de empezar todo, sonaba a lluvia, el sonido monótono y triste de la lluvia. Olía a frito, con la gente reuniéndose en los bares. Y sabía a cerveza, que es amarga pero que te gusta tomártela.

Carabanchel, mi Barrio, cuando empezó todo, o al poco de empezar todo, era un barrio complicado por la inseguridad que lo amargaba todo.


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