HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN
«2.
Al final de los tiempos, cada vez hubo más gente que prefería significarse por tener un buen coche que por una buena conversación; por llevar a sus hijos a colegios privados en vez de exigir presupuestos decentes para la educación pública; por pagar sociedades médicas privadas y presumir de ello ante los que seguían utilizando la Seguridad Social. La mayoría de ellos se suicidaron cuando se quedaron sin trabajo.
He robado, he saqueado y he matado, aunque siempre en defensa propia. Yo, que era un ciudadano común, demasiado corriente, uno más de los millones de engañados. Uno más de los que solía expresar opiniones políticas, que conversaba sin cortarme un pelo en los bares, con los amigos o vecinos, en persona o por teléfono, dando por hecho que teníamos «libertad». Qué iluso».
AVANCE DEL CONTENIDO EXTRAS
1966. Empieza todo.
1969. Llegamos a Canillejas.
En la radio suena Elena Francis. Paco y su hermano, Carlos, hacen los deberes en el salón de un 4º sin ascensor. Su madre hace ganchillo. Hasta que los hermanos la lían y su madre, zapatilla en mano enmudece la radio: “ya verás cuando se entere tu padre”.
1969. Canillejas era un sindiós.
La vida era todo el día en la calle. Fútbol, beisbol, las bolas, las chapas, el peón, el pingüino, el rescate, el escondite…
Los domingos, cocido.
Movidas de barrio. El Cabezón, El Orejudo, El Gafotas… Los del campo, los del patio, los de abajo, los gitanos, los vikingos… El fútbol terminaba a pedradas.
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