HABLAMOS DE #MADRIDPRISIÓN

«Al cabo de una hora o así, encendí uno de esos asquerosos pitillos de contrabando y me puse a escribir. Había que ganarse la vida y yo lo hacía escribiendo poemas. Los hijos de los poderosos suelen salir rebeldes. Y en los tiempos que corrían el acto más subversivo que se podía cometer era leer. Habían quemado los libros mucho tiempo atrás. Así que muchos de los jóvenes de Intramuros salían en busca de lecturas. Lecturas que yo les proporcionaba en forma de versos, mis poemas. Pasaron años antes de que los de dentro y los de fuera empezáramos a relacionarnos. Las masacres terminaron. Después hubo un periodo de transición. Y luego los jóvenes empezaron a salir. Al principio les robábamos, pura subsistencia. Pero las represalias posteriores eran tan violentas que se te quitaban las ganas. Pero no solo era eso. Nos dimos cuenta de que era mejor negocio comerciar con ellos que robarles. Si comerciabas, regresaban. Y volvíamos a obtener beneficios».

 

AVANCE DEL CONTENIDO EXTRAS

1982. “Me gustaban las lucecillas”.

Formación Profesional, electrónica.

Pero empecé a juntarme con la gentuza. Lo que no sé es cómo aprobábamos.

1986. Llegan las farolas al barrio. Y la boca de metro.

Parábamos por Malasaña. Llegábamos al barrio de día.

Aquel viaje a Valencia en un R8.

1988. Con 22 tacos me tranquilicé bastante.

Leía siempre. Escribía canciones.

Un día currando me vi las manos ensangrentadas y me dije: “tú eres tonto, si valías para estudiar”. Soy profesor de electricidad en Formación Profesional.


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