Hablamos de Vieja entrepierna humeante
«10
Submarino amarillo
Ella suspiró y, poco antes de detener el R5 en el callejón junto al hostal, me dijo que sí, que estaba huyendo. Yo ya estaba cansado de hablar. Sabía a qué —mejor: a quién— se refería. La puñetera hache intercalada. Le dije que como todos.
Ella iba asintiendo. Apagó el motor, abrió la puerta. Repetía que todos huimos.
Yo la observaba con la cabeza en el respaldo. De pronto, me pesaban mucho los hombros; el duelo desigual en el Palacio del Mar me había caído encima como una avalancha de escombros; el viaje en coche no había hecho más que confirmármelo.
Estaba sepultado. Por primera vez desde el vapuleo de la noche en que ella me salvó, noté que me bailaban algunos dientes. Que la encía producía intermitentemente un liquidillo, un regusto acre. Me palpaba el interior de la boca con la lengua, pasándola por las llagas, percibía superficies arenosas y pulsantes. Mientras, me acordaba de Rosa».
AVANCE DEL CONTENIDO EXTRA
Sé que está la novela cuando sé que me he vaciado.
Antes, 4-8 meses de manuscrito, varios meses más de correcciones, reescrituras, eliminaciones, añadidos, complementaciones…
Y después, sé que está la novela cuando sé que me he vaciado. Su padre, el lector cero.
¿Con qué estoy ahora?
Barea trabaja una idea en torno al pánico social por el yihadismo trufado por el papel de los medios de comunicación.
Ahora me interesa más la acción, escribir a la manera de las series, el efecto audiovisual: mostrar más que explicar, jugar con la verosimilitud.
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