Hablamos de Vieja entrepierna humeante
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Una última noche en la tierra por cortesía del Motel Elegante
El motel era un edificio de cuatro plantas con pintura descascarillada color rojo sangre a medio kilómetro de una carretera solitaria. Desde esta se accedía a través de un desvío, pero si ya había caído la noche, como era el caso, lo único que podía verse a través de la negrura era un neón mastodóntico, amarillento y tembloroso, en el que se leía Motel Elegante.
Y nosotros íbamos a ser, al menos en lo que iba de noche, sus únicos inquilinos. Eso fue lo que por lo visto le dijo el gerente a Loti cuando ella pagaba y firmaba el libro de huéspedes con un nombre falso y seguía con estoicismo la conversación de relleno. Podía estar preguntándose cuál fue la última vez que aquel hombre de maneras tímidas e inquietas había recibido clientes en su motel. Si ese simple detalle no era una señal tan evidente como el neón de arriba. Entretanto, yo esperaba a que terminara en la parte de atrás del edificio, apoyado en el muro con grietas en la pintura y de frente al aparcamiento vacío; habíamos acordado que mi cara no era la más idónea para ponérsela delante a un desconocido sin recibir a cambio una buena dosis de sospecha. Y, además, alguien tenía que quedarse con las armas y llevarlas adentro sin llamar la atención».
AVANCE DEL CONTENIDO EXTRA
-¿Cuándo apareció el escritor?
-De chico en casa había un cacharro que me flipó: de él salían libros.
Era la máquina de escribir. Barea lo contó en la conversación del vÍdeo que acompaña el capítulo 3, y ahora lo amplía y complementa.
Con 17 años es cuando digo “me da”, y ahí empieza ya (casi) totalmente en serio mi relación con la escritura.
Mi padre, que también escribe y por tanto lo vio como algo natural, ejerció de mi mentor diciéndome qué leer y repitiéndome a diario que escribiera: “como Hemingway que escribía una página al día y la tiraba”.
¿Escritor guía o modelo? No. Sí leía mucha literatura norteamericana…
CAPÍTULO Y CONTENIDO EXTRA ÍNTEGROS EN LA APP BLACK & NOIR
